domingo, 18 de octubre de 2009

DAVID ROSIQUE. EL EFECTO DOMINO.

EL EFECTO DOMINO

Mi dominio se va a llamar davidrosique. Ya está reservado. Lo estoy poniendo en marcha con una empresa madrileña que sé llama Newclick. Salgo al aire aunque sea gratis. De todas formas me ven las veinticuatro horas del día. Empiezo con un par de cámaras. Cajamar me dijo que no podía contratar la pasarela de pagos con ellos, porque no llevo un año y medio en su nómina. La voy a contratar con Bankinter, Banco Santander. Después lo haremos más a lo grande. Mientras seguiré escribiendo mis correos a la mitad del mundo. En el dominio no puedo escribir lo que quiera, porque resido en España. Aunque tengo DNI europeo.
Saben, los números de mi DNI son redondos. Los de mi fecha de nacimiento son 16-06-1981. Sé complementan. Nací un dieciséis de Junio. Uno y seis, suman siete. Junio es el mes de mediados de año. Diecinueve, y ochenta y uno suman cien. A diecinueve, le faltan ochenta y uno, para sumar cien. Y Viceversa, a ochenta y uno, le faltan diecinueve, para sumar cien.
He tenido un ingreso hospitalario ilegal. El médico Juan Jiménez, al que voy a denunciar, Jefe de los Servicios Mentales de Cartagena, ordenó que viniera a por mí una ambulancia, y dos policías locales, que eran amigos míos del Instituto Juan Sebastián Elcano. Me pincharon Diazepan para poder conmigo. Llevaban pistola. La mía la tire al Puerto de Escombreras, el viernes dieciocho. Después de que Julio Huertas, puede que matara a uno de sus críos. Sobre las siete de la tarde. Hubo muchos gritos. Esa tarde me pasé una hora cantando. Sólo voz. En los auriculares, temas de Bruce Springteen, Kurt Cobain, y Pearl Jam. El trato que tenía con él, era que después de un año, me dejaba la medicación. He trabajado en su centro, durante tres meses, después de cuatro de paciente. Dije que dejaba el Centro, porque no quería enfermedades infecciosas. No me llamaron para firmar el finiquito. Ha cobrado mucho por las cámaras que mean observado. Tiene cuatro hijos. Vive debajo de su centro psicosomático. Sí se pone tonto, me cargo a toda su familia, con mis propias manos. Lo juro. Estoy deseando tener un perro. Pase cinco días en el hospital. En treinta y seis horas me metí, siete gramos de Speed. No me subía. Hubiera matado a mis padres, a los policías, y me hubiera suicidado. Aunque las balas eran del calibre ocho. Igual que la de The Island. A mis hijos los crio yo.
Ahora mi doctor es Carlos García Griñol, que trabaja en el Hospital Naval, y tiene su consulta en la Plaza Santa Isabel de Murcia. A la que voy a ir el día ocho de agosto de 2008. Sobre las siete de la tarde.
Mi casa está llena de frecuencias, y de cámaras. Todas las voces son malas. Telepatía. Por eso me metía tanto. Y yo intentándolo. Tienen a un negro, haciendo picos en la bóveda del ático. Vosotros creís que yo, no os mando un sobre. Ya van dos kilos, según los norteamericanos del petróleo. Todo tiene un precio. Están cobrando mucho por mi tiempo. Voy a ser muy generoso a la hora de negociar.
El cura de la Iglesia de Canteras, explica que los del Vaticano sé comen sus testículos. Yo a veces me masturbo. Explica que sí yo salgo de la región, hay una mujer que le denuncia por posibles maltratos a un menor.
La película de Adolf Hitler, era más película. Le salió mal. Las películas son para los críos. Después de la ascensión de los judíos, perdió el juicio. No eran lo peor que había. El músico más grande fue Ludwig Van Beethoven. De largo. Después vino Richard Wagner, con su teatro.
Quiero la vida eterna, y una odisea en el espacio. Mi abuelo duro mucho, aunque no todo lo que podía, porque evitaba la oxidación. Gastaba muy poco.
Los vascos sean acercado a mi casa con un tractor. Ustedes han pensado en la celebración de un gol. Sí tocan a alguien de los nuestros, ni nos sentamos a negociar. Lo del referéndum, es trampa. El gen vasco es muy valiente, pero no comparto su inconformismo. La cantidad no asegura la calidad. Está pasando en América. A ver qué hacemos con las madres. Todo el mundo está pensando en los mil doscientos de resolución.
Mi padre sabe lo de casa. Es un ser miserable. Acúsenle de evasión de impuestos. Lo pide en metálico. Le parto el cuello. En la vida le he dado una ostia. El nunca lo haría. Yo me he llevado unas palizas de pequeño, y por las voces. Noches locas. En la vida va a ver a en persona a mis críos. Voy a ser padre, y abuelo, a la vez. Hay que encontrar a la niña que se ha perdido. Adjunto su foto. En España hay mucha pederastia. Demasiada. En todas las capas. Lo de Hiroshima, es para pensárselo dos veces.
La familia irlandesa que me acogió, en el verano del noventa y tres, fueron los Greasewood. Tienen una granja escuela en Limerick. La francesa bailarina de la que me enamoré sé llamaba Marion. Ni nos despedimos. Mientras tiré a la charca a una alicantina que se llamaba Alejandra, en la última noche. Jugábamos al tenis sobre hierba.
La Familia Real saca a sus familiares a darse paseos por la carretera de Tentegorra. Los actores les pinchan los teléfonos a los políticos. Y ellos preocupados.
Sueño del día 3-8-8. Hoy he soñado que mi familia me traicionaba y tenía que escapar de mi casa. Cada vez que venían a por mí, yo llamaba por los teléfonos móviles hasta que conseguía ir a casa de mi abuela. Mi abuela ya había muerto, y mi abuela me contaba el día a día. Después he ido a contárselo a los de clase, a la policía local. No había hecho nada. Luego otro día ha venido una joven, con un coche que no había visto nunca, a recogerme a mi casa. Venía muy futurista, y conforme. Hablaba con la policía nacional, y con la Guardia Civil del Puerto. Hubo unos santinvanquis atemorizando a la gente del puerto, y empezaba a pelearme, con muchos. Les alcanzaba, pero no les afectaba. Después he ido, por ayuda para hacer algo por la molestia de mi oído izquierdo. Me he peleado a puñetazos limpios con los santinbanquis en la explanada del puerto. Me atacaban al oído. Venían juntos. Después he ido a los bares del puerto. Pasaban carruajes negros, coches de caballos motorizados. Eran de una fiesta de la realeza a lo Eyes Wide Shut. Nosotros íbamos a una discoteca. No llegamos a entrar. Luego me paseaba por una explanada parecida a la de la rambla, con mis amigos de la adolescencia. Salían barcas. Era una noche del Romanticismo.
Consabidamente, David Rosique.

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