domingo, 18 de octubre de 2009

DAVID ROSIQUE. LA NOVELA VA.

La novela va

La revolución internacional cinematográfica más grande desde la era del sonido la produjo la Nouvelle Vague, con una serie de críticos, e intelectuales, que escribían en la revista Cahiers du Cinéma. Cuales Truffaut, Godard, Chabrol, Eric Rohemer, Rivette, Alain Resnais, Louis Malle, Jacques Doniol-Valcroze, Duras. Introdujeron una serie de innovaciones formales, narrativas, temáticas, de rodaje, y con montajes insospechados, que influenciaron todo el cine de la década de los sesenta, y los setenta. Estos defendían a algunos directores pasados, y esotéricos cuan Jean Renoir, Max Ophuls, Robert Bresson, Jacques Tati, Yves Allégret, Julien Duvivier. Al mismo tiempo criticaban el cine de la época. Se consideraban Hitchcock-hawksianos filmando un cine ágil, y trepidante cargado de diálogos innovadores, que provocaban las más recónditas emociones, y que hicieron derramar lágrimas de autoestima.
Se echaban una mano unos a otros. Por ejemplo Bazin apadrino a Truffaut, esté a Jean-Pierre Léaud. Juntos al personaje de Antoine Doinel, y su premiada los Cuatro Cientos Golpes, del festival de Cannes, de mil novecientos cincuenta y nueve. Con la continuación de toda una saga. Destacando la maravillosa adaptación de la novela de Henri-Pierre Roché, Jules et Jim. Con una espléndida Jeanne Moreau, y un Henri Serre, que tiene un parecido sorprendente con Javier Bardem. Luego la premiada con el Oscar a la mejor película extranjera La noche americana, que es el nombre que sé le da a cierta manera de rodar. El Ultimo Metro, una mofa teatral del fascismo muy parecida a Ser O No Ser, de Ernst Lubitsch. Muy en consonancia con la frase de Sastre, que decía que “Los alemanes son unos seres inferiores que tienen la suerte de ser nuestros vecinos, les daremos nuestras luces”, sacada de Él Ser Y La Nada.
Ese mismo año, en mil novecientos cincuenta y nueve, Jean-Luc Godard, edita Al final De La Escapada, la película por antonomasia del cine de arte, y ensayo. Donde descubrimos a Jean-Paul Belmondo, con veintiséis años innovándose así mismo, con gestos parecidos. Pero transmitiendo emanaciones distintas, y produciendo una gran constancia de presencia. Dejando a Patricia, Jean Seberg, que le delata, hecha un retrato. Famoso es su paseo por los Campos Elíseos vendiendo el New York Gerald Tribune. Con un Michel encendiéndose un cigarrillo tras otro, durante toda la película. Con unas descabelladas conversaciones en su habitación, llenas de insolencia, y espontaneidad. Irrepetibles.
En una película, en las que están huyendo obligatoriamente de detectives, de ignorantes, de mentiras, de prohibiciones, y con persecuciones. Muchaqs referencias al cine, y a símbolos de la vida cotidiana, que después tendrían su eco en las revueltas del sesenta y ocho. Con eslóganes que han producido historia, “La imaginación al poder”, ”Soy marxista, tendencia Groucho”, y “Seamos realistas, pidamos lo imposible”.
Estos hombres de cine encaminaron sus carreras hacía un cine personal, reivindicativo en el que no dejaron de mirarse a sí mismos, y a su distancia con el resto del mundo con un prisma de reflexión, contumacia hacía los demás, y ante su propia época.

Consabidamente, David Rosique.

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