domingo, 18 de octubre de 2009

DAVID ROSIQUE. EL MONJE.

EL MONJE

El corto, va sobre un monje budista. Desembarca, en el metro. Se sabe, que viene de lejos. Desconoce, la cultura occidental. Pero no sí, era de aquí, y sé marcho, para hacer un largo viaje, o verdaderamente, nunca a pisado suelo occidental. De hay proviene, su extrañeza, ante lo que va encontrando, en el camino, por el andén.
En principio, se hará una toma aérea. Luego una horizontal, viendo al monje bajarse del metro, rodeado, de un montón de gente. Él deberá permanecer, impasible ante la marabunta. Hay encontronazos. Van cuanto antes, a sus trabajos, y quehaceres.
Sé grabará, una toma aérea. El metro viniendo de frente. Pasando por debajo de la cámara, a toda velocidad. Luego frenando. Después, se grabará una toma lateral, de las puertas abriéndose. El monje, saliendo de una segunda fila. La primera. Ocupada por un sujeto con traje. Por un rapero con gorra. Por una mujer de apariencias con prisa. Seguidamente, saldrá el monje. En la segunda. Hay estudiantes. Algún inmigrante. Algún anciano. Vendrá más tarde, una toma lateral del monje. Caminando por la estación. Con total parsimonia. Auscultado por cuantos le siguen. Los que van delante, lo hacen con cara de póker. Entre los que le siguen extrañados, se encuentra una señora modosita, que mira descaradamente. Con desconfianza.
El monje, atravesará el andén. Hasta el punto de información. Dónde se encontrará a un rabino. Junto a una pequeña mesa de madera. Con una pila de libros. El rabino, estará recitando versos del Talmud. Hablando, sobre la importancia de mantener, la conciencia tranquila ante las vicisitudes, y dificultades que nos encontramos. En la vida moderna. Decidir, con arreglo a la filosofía marcada. No caer en reproches futuros. Partiendo, del discurso. El monje, le cuestionará la dificultad, de aplicar las enseñanzas ancestrales, a la vida moderna. Lo arduo, de hacer coincidir posturas enfrentadas. En una misma comunidad ,y que además, después se callen, y actuen. El rabino, citará la Biblia, apocalípticamente. Dejará, explicito que a pesar de todo confía. En el triunfo del bien. Sobre el mal. El monje, hará un comentario,”El hombre, juega sus bazas”. Después, se envolverá las manos. Cada una en la manga contraria, y subirá las escaleras. La cámara le seguirá. Por la espalda a la altura de los hombros. La luminosidad, se irá acrecentando. Hasta que sale a la superficie. Media tarde.
Allí se encontrará, con un melenas, con pinta de divinidad. Al lado de un árbol. Estará, hablando con mucho énfasis, utilizando textos sagrados biblicos. Sobre el creced, y multiplicaos. O simplemente, sobre el peligro de caer en confusiones. Ante las distintas opciones, que nos ofrece la vida, para educar a nuestra prole. Con la cantidad, de engaños a los que la gente se ve sometidas. Personas confundidas, ante la diversidad de informaciones. O por mala fe. Deseamos, tener el brazo firme. Que todo siga un orden. El monje, sorprendido, por la diversidad de las afirmaciones. Le espetará, que las metáforas, de las escrituras, pueden no ser válidas. Los tiempos que corren. A las personas, no se les puede impedir, que se desarrollen su personalidad. Conforme con su naturaleza. Siendo inevitable, que caigan en errores en su desarrollo. El susodicho Mesías, seguirá hablando de Dios. Encomendándose a él. Alzando los brazos al cielo, a la vez que reparte panfletos. El monje, recogerá un panfleto del suelo. Con gesto de extrañeza, y de incredulidad. Seguirá su camino. Caminando por la plaza.
Lo ideal sería, que al tiempo que recoge la hoja, la cámara estuviera enfocando, en primer plano, Después conforme se aleje, la cámara se eleve en una plataforma. Más tarde siguiendole hacer, todo el recorrido por una plaza. Viejos sentados en los bancos. Alimentando unas palomas. Jóvenes pintorescos. Con bufandas llamativas. Caminando enfrentados a unos rapados. No tienen pinta de dejar mucho espacio libre. Un carrito de globos. Una madre, y un crio de espaldas. Esperando a que le inflen el globo. El encargado del carrito, se descuidará por la escena de la plaza. El globo se inflará en demasía, y explotará.
Con todo esto, el monje, camina al compás, que ocurren estos acontecimientos. Hay un musulmán. Sentado en una manta. Con una mochila. Recitando versos del Corán. Sobre la fugacidad de la vida terrenal. La importancia del más allá. El monje responderá, sobre la importancia de conservar la razón. De ser capaces, de convivir todos juntos. Lo mejor posible. Posibilitar, a todas las almas, esa vida celestial, cumpliendo su objetivo, en la Tierra. Traduciblemente, el musulmán continuará recitando versos del Corán. El monje, se verá reflejado en un escaparate. Proseguirá su camino. La luz en esos momentos ya es tenue. Está anocheciendo.
Encontrará, una calle céntrica, y estrecha. Irá, con las manos metidas en las mangas, de las fundas contrarias. La cámara, estará situada frente a él. Captará, que por un lateral se le acercará, un todo terreno, bastante cerca a toda velocidad. Tras los cual, un plano más corto. En breves instantes, se reflejará la incertidumbre, que nos acecha ante el ritmo, las creencias, y las luchas. El trafico. La ciudad actual.
Pasado, esté recorrido. Saldrá a una calle más amplia, en donde se encontrará con un mimo hembra. Alumbrada por una farola. Subida a un escalafón. Con una gabardina coloreada. Con pintura metalizada crin. Debajo unos leotardos, y un top ajustado oscuros. Unas botas, y un sombrero vaquero. El monje, se plantará delante. La cámara, quedará situada a la izquierda. Enfocándolos. El monje patidifuso. Para él es nuevo. Mientras, la mimo, con gesto arrogante. Cogiéndose el sombrero. Acto seguido, comenzará una coreografía japonesa. Con patadas al air, que el monje tratará de esquivar. Gestos de cara a la galería. Sacándose un pañuelo. Despistando, mientras, con la otra mano, desenfunda un revolver. El monje, le enseña un colgante. Haciendole comprender, que está protegido por los espíritus. La mima, le apunta, y dispara un sospechoso un gas, con perfume. El monje, le responderá,”Con tus pensamientos, haré mis balas”.

Consavidamente, David Rosique.

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