domingo, 18 de octubre de 2009

DAVID ROSIQUE. RECUERDO.

RECUERDO

Ahora mismo, lo cierto es que debo llevar bastante mal, las asignaturas de la universidad. Por todas las faltas que he tenido últimamente, pero supongo que explicando las explicaciones pertinentes, me pondré al día sí hacen los exámenes atrasados.
Principalmente, me fastidia de este año académico que se marcha, que aparte de haber respondido bien hasta enero, dejar entonces que mi curso se diluyera. Algunos de los que tienen acceso a mis escritos, se han preocupado más, en plantear hipótesis inconcretas, que en contentarse con lo que les contaba.
Creo, que sí hubiera aguantado más, en la primera residencia, con la gente que me corresponde por edad, y ocupación, no me encontraría en la encrucijada de estar harto de los mayores, y desconectado de los jóvenes.
Durante este tiempo, la gente ha ido sabiendo muchas cosas de mí. Obligándome por inercia, a responder en facetas, en las que no me encuentro satisfecho. Dejando de lado, las que si son importantes para mi futuro. Me parece equivocado que te marquen el rumbo, cuando estas acostumbrado a navegar en solitario. Indiquen sólo cuando caigan bien. Cuando crees que puedes poner punto, al final, la vida continua sin dar marcha atrás. A quien no comprende, parece que no hay manera de hacerle callar. Habrá que hacerle palmas.
Este problema, viene desde el comienzo de la comunicación. Lo cual me lleva a plantearme, hasta donde es conveniente, la convivencia en una comunidad. Con tal disparidad de opiniones, y de influencias. Supongo, que lo conveniente, sea establecer los límites con sus consecuencias. De modo que la convivencia, sea consecuencia de una afinidad, no de una obligatoriedad. Jean Sartre decía,”Me enorgullezco de vivir mal conocido”. Con un bagaje existencial igual que el suyo, haber de que manera se podría decir que pensaba tal, o cual asunto. Lo que me lleva pensar, que en algún caso la obra es la vida, no que la vida sea la obra. Pues entonces simplemente por estar, ya lo tendríamos todo hecho, y no, hay que ser, igual que diría William Shakespeare.
Lo normal, es que en clase nos valoren los escritos. Yo me acojo a sagrado, igual que Cervantes, haber sí viviese una eterna juventud. Me sentaré a escribir, para exorcizar los fantasmas de mi vida. Hasta que los espectadores de mi entorno sean iguales a los actores de las películas, es decir, eficaces en su función.

Consabidamente, David Rosique.

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