domingo, 18 de octubre de 2009

DAVID ROSIQUE. EL NIDO ELUDIBLE.

El NiDO INELUdible

Película del año mil novecientos setenta y cinco. Única película ganadora de los cinco Oscars principales, junto con Sucedió Una Noche, dirigida por Frank Capra en mil novecientos treinta y cuatro. Y El Silencio de los Corderos, dirigida por Jonathan Demme en mil novecientos noventa y uno. A saber mejor película, productor Michael Douglas; director Milos Forman; mejor actor Jack Nicholson; mejor actriz Luise Fletcher; y mejor guión adaptado Bo Goldman y Lawrence Harben. Basada en una novela de Ken Kesey.
En esta cinta Milos Forman empezó acertando con el reparto, pues introdujo en el sanatorio psiquiátrico a personas que retrataban con fidelidad a los estereotipos que representaban. Desde el jefe indio, que Nicholson tiene claro que es la representación del Oscar colectivo, aunque engorde un poco durante la película. Pasando por la insoportable, y venenosa enfermera Louise Fletcher. Por el personaje de Danny De Vito, Martini, que tiene cara de tiro al plato siendo bondadoso. Por el del que tiene mujer, pero no le hace caso porque al hacerse mayor ha perdido todo interés. Por el del manazas que se lo pasa mejor dentro que fuera, con cara de espectro en orbita particular. Por el del desgañitado irremediable, que esta mal configurado desde que su mejor amigo desapareció. Por el del joven que tiene edad para estar en una discoteca, pero es tal su inseguridad, que solo cuando se confía en él, se suelta porque le prohibieron demasiado. Por los de “Las batas” expertos jode lo todo, de lo jodido que es el mundo. Por los doctores que fueron a la escuela, pero no saben que en la vida aparecen inexplicablemente nuevos estratos de personalidad inestudiables, para sus reducidas posibilidades. En el libro se cuenta,“Me dijeron que los dragones no existían, y me metieron en su cueva”.
Milos Forman hace un repaso de la genealogía humana, decidiéndose por captar en su espontaneidad, a los pacientes más que por forzar a los integrantes del reparto a una rígida actuación, en sus papeles. Los pilla en todas sus contradicciones por mucho que lo nieguen. Los muestra simpáticos. Ellos mismos tejen una urde que parece una sinfonía. La música clásica está muy presente en la filmografía de Milos Forman, transmitiendo sensaciones que provocan consecuencias palpables en los rostros de los individuos, a los que se les puede ver cuan masa, cual unidad vital.
McMurphy, viene de la penitenciaria al psiquiátrico evitando hacer trabajos forzados, y allí se encuentra con una pandilla de locos estereotipados, en la barbaridad de una sociedad que los ha excluido. El tinglado que se les llama en la novela. Que a su vez los recluye intentando reformarlos sin entenderlos. Mientras, los pacientes exorcizan sus cicatrices a base de adrenalina conjuntiva, contrarrestando el extenuante, y parsimonioso ritmo de la clínica, al que la implacable señora Srta Ratcher los somete, en su intento de curar su desesperante vida a base de terapias amenazantes, que desencadenan la fatalidad en la película.Hay pasajes memorables. Por ejemplo el de la radiación del partido del béisbol en la que después de una estupita votación en la que queda claro, que no todos son capaces de levantar la mano. Mc Murphy hace un intervalo en la ley que lleva su nombre relacionado con el axioma de Boyle, que explica que sí la ley de Murphy puede salir mal, saldrá mal. Y tira de memoria en la narración opaca produciendo tal disgusto a la enfermera Ratcher que pierde el control.Otro es el de la escapada en autobús, que desembarca en la travesía en barco, y en el episodio de la pesca. Se ha convertido en una foto finish. Luego el episodio de la fiesta en el que hasta los que no participan muestran su lado más sonado, y no es cuestión de suerte, es de interacciones.
Consabidamente, David Rosique Román.

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